domingo, 17 de mayo de 2020

A la orilla de la cama

Ella llego hoy del trabajo lo bastante agotada, aún así lavo los platos que la esperaban en el fregadero; tomo una copa de vino tinto y un poco de fruta que había en el refrigerador. Acto seguido se cepillo los dientes y se ducho para lavar más que su cuerpo la mente del ajetreo del día. Busco una camiseta desgastada y se fue a la cama, yo llegue un poco más tarde de lo habitual y ya estaba profundamente dormida. Siempre duerme de su lado izquierdo con los brazos en equis en su pecho, le bese la mejilla y salí de la habitación, le he admirado desde que la conocí.
Me recosté a su lado y la mire un rato con una sonrisa de felicidad, puse música suave y con volumen bajo para poder dormir. Mañana no tiene que ir a la oficina pero apuesto que la llamarán para preguntar dónde tienen sus cabezas cuando ella no está.
Desperté mucho antes porque soñé que en un jardín se me perdía, tome mi guitarra y le cante bajito un par de canciones mías, sentado a la orilla de la cama; de pronto ella me estiró el brazo derecho al cuello y me atrapó llevando mi cara hacia sus labios y por un tiempo breve me besó.
Me volví a dejar la guitarra a salvó y fui hacia ella, mi camiseta desgastada la apetecía realmente sensual. Repare un poco si continuar, pero con su mano traviesa me alcanzó a acariciar.
Fui a buscar más besos, abrió un poco los ojos y su sonrisa de luna menguante con deseo me volvía a aniquilar.

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