sábado, 31 de agosto de 2024

Habitación 420 (Es un placer tenerte)

 Pasaron dos meses, lo único que tenía en la cabeza eran los resultados en el trabajo, estábamos a punto de tocar la cima. Pero en la noches lo único que venía a mi mente era ver a esa morena, no podía dormir bien y en el gimnasio me cansaba tan rápido. En cambio, por las mañanas estaba tan dispuesto, pero no quería desahogarme yo solo.

Ella tenía algo que ver con uno de nuestros clientes al que probablemente veríamos en Los Cabos para nuestra presentación final. Rogaba a Dios verla allá caminando en la playa, imaginarla en traje de baño no era difícil porque conocía su cuerpo ¡Pero que barbarie estoy diciendo! ¡Dios no me concedería esos deseos impuros! Pero aún así quería que fuera posible.

Llegó el momento esperado y viajé con algunos de mis colegas, el hotel que elegimos era maravilloso y para variar habría al final una fiesta de festejo y descontrol. El viernes me levanté muy temprano y bajé a la piscina para dar un par de vueltas en crol, un poco de desgaste físico relajaría el desgaste mental del momento. Me perdí en mi actividad y salí exhausto, arrastrandome a un camastro para poder respirar tranquilo oí una voz conocida diciendo mientras volteaba a mirarme y se apartaba las gafas de sol: - ¡Me imaginé que estarías aquí, pero no me imaginé que eras un delfín camuflado de humano! - Sonrió con coquetería la morena del camastro de al lado.

Sentí cómo la piel se me erizaba completamente mientras la miraba y sonreía, ella sin darme tiempo de decir nada volvió a hablar: - Voy a mi habitación, es la 420 por si gustas venirte... - Se fue...

Recuperé el aliento y me decidí a ir hasta donde ella, en mi mente imaginaba sus prendas formando un camino directo a su cama.

La puerta estaba entreabierta así que entré, inmediatamente se oyó un ¡cierra porfavor!, el olor en la habitación me fue familiar, se oía música de jazz y la regadera al fondo. Y en efecto había un traje de baño de dos piezas tirados en el suelo, me dirigí hasta la regadera y ahí estaba ella con un porro; sentada al borde de la bañera cruzando las piernas y completamente desnuda, su cabello suelto y natural le daba un toque de sensualidad ardiente y a la vez tierno. Cerró la llave y se arrodilló ante mí, mirándome hacia arriba me ofreció de su cigarro, acepté fumarle un poco pero lo dejé a un lado porque mi atención la tuvo ella apartir de ese momento, y terminando de consentirme me pidió la mano para ayudarle a levantarse y entrar a la bañera. Mientras volvía a caer el agua sobre su cuerpo yo besaba cada parte de sus pechos, no sé cómo ni quiero explicarmelo pero se montó en mí y sus gemidos eran tan placenteros, salimos de la ducha y nos fuimos a la cama, yo sentado y ella parada entre mis piernas volvió a encender el cigarro y le jaló profundo, me tomó del rostro y me besó, ya recostado se me montó y estando lista hizo un par de movimientos hasta que estaba entrando por atrás.

Estaba en shock, excitado y enloquecido, jamás en el tiempo que llevaba de conocerla la ví usando ninguna sustancia, parecía ser otra que francamente me encantaba.

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